
Abrirse a otros medios le permitió experimentar y acercar a otros públicos al arte, pero también fue una manera de encontrar las formas idóneas para hablar de cada uno de los temas que le interesaban. Esto es evidente en su largometraje Un banquete... ¿Qué mejor manera de hablar de ¡Que viva México!, el filme que nunca terminó Sergei Eisenstein cuando vino a México en 1930, que a través de otra película?
Fue miembro fundador y director de la revista CURARE, única en el medio mexicano por la calidad de su contenido y por su duración. Al principio, durante un tiempo llegó a publicarse como suplemento en La Jornada. Esto les permitió acercarse a un público más amplio, además de darle a las artes visuales una importancia que jamás ha vuelto a tener en ese medio, ni ha alcanzado en otros. No sólo supo hacer crítica, sino proyectarla.
En años recientes trabajaba en la UNAM donde reunía la colección del aún nonato Museo Universitario de Arte Contemporáneo. No es cualquier acervo. Está planeado para empezar a subsanar los faltantes que padecen las colecciones de los museos públicos en este rubro.
La forma de trabajar de Debroise —cuestionando y proponiendo, investigando y creando, organizando y difundiendo— en sí misma reflejaba una postura política. Pero la importancia de su quehacer es que fue relevante: nos enseñó a ver.
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